En la casa de mi tía Lila hay un espejo manchado.
Cuando le pregunté: -¿Lila porque ese espejo está manchado? Lila me dijo que porque era muy antiguo.
-¿Y por qué no lo cambias por un espejo nuevo? Le pregunté. -Porque ese espejo pertenecía a mis padres, a mis abuelos y a mis tatarabuelos. Tiene mucha historia. No podría deshacerme de él.
Comencé a mirarlo más detenidamente.
No te mires mucho en ese espejo. Dijo Lila.- Tu abuelo nos tenía prohibido mirarlo.
-¿Por qué? Pregunté con curiosidad. -No conozco el porqué pero tu abuelo nos dijo que por culpa del espejo nunca pudo montar un caballo. Y a el le encantaban los caballos.
Decidí no hacerle caso y continuar investigando.
La superficie del espejo, o sea la parte vidriada estaba en buen estado. Pero del fondo del mismo parecían aflorar manchas de color plateado como si fueran flores. Estaba rodeado por un marco de madera que parecía más antiguo que el espejo mismo. Me miré. Hice muecas. Saqué la lengua.
El espejo parecía devolver una imagen deformada. Volví a mirarme. Yo no parecía tener diez años, sino más de dieciséis. Parecía mucho más alto. Mi cara era más delgada, mi cabello estaba más largo y hasta vestía de otra manera.
Tenía un arritó en la oreja. Dije: -Hola y el sonido que me devolvió era grave y profundo. No era mi voz actual.
Recordé inmediatamente la charla que tuve con Chacho hacía unos días, cuando nuestros padres no nos dieron permiso para ir solos al cine. Los dos nos dijimos:- Cómo nos gustaría ser grandes para poder ir solos al cine.
¿Sería este un espejo mágico? Le conté a Chacho, y a él, que le gustaba todo lo que estaba rodeado de misterio, me pidió ir a verlo.
Los dos nos paramos como dos estúpidos, acercando nuestras narices contra el vidrio, mientras observábamos las manchas con detenimiento hasta opacarlo con nuestro aliento.
Al alejarnos el espejo nos devolvió una imagen nuevamente deformada. Yo estaba igual que ayer, pero vestido diferente y Chacho era más alto que yo. Tenía el cabello teñido con un mechón verde sobre la frente y usaba una campera negra de jean. Nos reímos mientras observábamos nuestro aspecto desaliñado.
-¡Habla! Le dije a Chacho.
Chacho preguntó: -¿Cuantos años tengo? El espejo devolvió la misma pregunta con una voz áspera y ronca. Chacho se quedó mudo del asombro.
De pronto apareció Lila y nos mandó cada uno para su casa.: -¡Basta de perder el tiempo con ese espejo. Tengo que salir y ya es hora de que preparen las tareas para el colegio!.
Al otro día estuvimos todo el día pensando en el espejo. Sin lugar a dudas tenía propiedades mágicas.
La duda de Chacho era conocer la edad que teníamos en la imagen representada y quería volver a la casa de mi tía a toda costa. Lila trabajaba todos los días y yo iba de visita una vez por semana.
A la semana siguiente ya Chacho había ideado algo. Lila se extraño de vernos otra vez a los dos. Nos apuramos a tomar la leche y nos sentamos juntos frente al espejo. Hicimos el mismo ritual de acercar nuestras narices para luego alejarnos a cierta distancia.
Esta vez estábamos vestidos con otra ropa. Chacho dijo: ¨tengo diez…años¨ y el espejo devolvió -Tengo diecisiete años- . Nos miramos asombrados y contentos. Habíamos logrado conocer la edad representada en el espejo.
Mientras caminábamos por la vereda nos preguntábamos que nos gustaría hacer cuando tuviéramos esa edad. Chacho era fanático de los aviones, y tirarse en paracaídas era su sueño. Yo pensaba que a esa edad tal vez mi papá me prestaría el auto y no bien llegó del trabajo le pregunté: -¿Papá cuando yo tenga diecisiete años , vos me vas a prestar el auto? Mi papá me dijo que si. -Si sacas el registro a esa edad, te lo presto. Pero ahora falta mucho para eso.-!Mira la pregunta que me haces!
Las clases terminaron, Nos fuimos de vacaciones y pasamos el verano despreocupados, disfrutando de la arena y del mar. Nos reencontramos nuevamente en el colegio y enseguida planificamos una visita a la casa de Lila.
-¡Otra vez los dos! ¿Vienen a verme a mí o al espejo? Preguntó.
Los dos corrimos hacia el espejo manchado e iniciamos nuestro ritual.
Al alejarnos el espejo devolvió una imagen que nos heló la sangre. Chacho estaba en una cama de hospital. Con una venda manchada de sangre en la cabeza y los ojos cerrados. Le salían cables y tubos en todas direcciones. Un aparato le sostenía una pierna en lo alto. Parecía un accidentado. Yo lloraba a su lado.
Salimos corriendo cada uno para su casa pensando en qué podría haber pasado mientras hacíamos mil conjeturas. Recién pudimos volver en dos semanas. No nos importaba el bizcochuelo que Lila había preparado ni la leche achocolatada. Solo queríamos mirar el espejo.
Esta vez no pudimos vernos juntos.
-¿Qué habría sucedido?
Decidimos enfrentarlo de a uno por vez. Primero se enfrentó Chacho.
Chacho tenía los ojos abiertos pero parecía perdido. Seguía en la cama de hospital, pero sin tantos cables. Por lo visto había mejorado.
Luego yo. Mi imagen era triste, con los ojos vidriosos y enrojecidos. Estaba vestido con saco y corbata como si hubiera perdido los beneficios de la adolescencia para asumir responsabilidades de la adultez.
Me levanté, confundido y nos fuimos maquinando mil historias posibles.
Pensamos que ese espejo en lugar de ser mágico era maldito. ¿Qué sentido tenía querer saber cómo seriamos a los diecisiete años?. Nada nos aseguraba que ese espejo nos reflejara el futuro real. Todas esas imágenes podrían ser engañosas. Pero por las dudas le hice prometer a Chacho que jamás se tiraría de un paracaídas.
Tingting literario
martes, 7 de junio de 2011
El tesoro escondido
Cuenta una antigua leyenda paraguaya, que si en tu casa escuchas ruidos extraños, oís ruidos de cadenas o ves un espectro deambulando es porque cerca, muy cerca, hay un tesoro escondido. Esto le ocurrió a Dionisio. El y su familia se establecieron en una localidad llamada Campo Nuevo. Comenzaron a construir su casa y pronto empezaron a escuchar ruidos extraños, aullidos y voces misteriosas. En una ocasión una sombra empujó a Dionisio de su bicicleta unos metros, y en otra, un espectro, sacudió fuertemente un naranjo hasta hacer caer casi todos los frutos. Una noche escucharon un fuerte golpe en la puerta de entrada, Dionisio se levantó de la cama para ver que ocurría. Una sombra envuelta en niebla se paseaba por el frente de la casa. El miedo se apoderó de la familia y pensaron seriamente en abandonar la finca ya que no podían pegar un ojo en toda la noche. Se encerraban cuando llegaba la noche y no se animaban a salir hasta que saliera el sol.
Dionisio, que había escuchado la leyenda pero nunca había creído en ella, comenzó a pensar que seguramente había un tesoro escondido en su propiedad. Ellos eran humildes y un hallazgo de esa naturaleza podría dar lugar a una oportunidad de progreso para toda la familia. La casa había quedado sin terminar por falta de recursos La cosecha de algodón no había sido buena y apenas les alcanzaba el dinero para pagar la comida. Su mujer, Azucena lloraba y sus hijos querían mudarse. No soportaban la idea de convivir con esas presencias misteriosas. Azucena, tenía un gallinero con varias gallinas, tres perros y dos gatos. Una noche en que los aullidos envolvieron la casa, escucharon cacarear a las gallinas, ladrar a los perros y maullar a los gatos con un vigor fuera de lo común.
Azucena, que estaba sola con sus hijos temiendo que algún espectro pudiera entrar a la casa, amontonó varios muebles contra la puerta. Al día siguiente tres gallinas, uno de los perros y los dos gatos habían desaparecido.
Los animales que se esfumaron eran todos blancos. Al fantasma por lo visto, no le gustaban los animales de color blanco. Dionisio que era muy valiente, al día siguiente compró una pala y comenzó a cavar. La finca era grande y avanzaba lentamente.
Entonces pidió ayuda a dos de sus primos y entre todos dieron vuelta el terreno con picos y palas. Los aullidos y las voces se agudizaban por las noches, su mujer quería marcharse con sus hijos, pero el entusiasmo y la valentía de Dionisio por descubrir las riquezas los calmaba por lo menos durante el día. Dionisio sabía también, por las historias que había escuchado hasta entonces que solo una persona debería encontrar el tesoro. La leyenda decía que si más de una persona veía el tesoro, este desaparecería ante sus ojos. Cansados de cavar estaban a punto de abandonar la búsqueda, cuando se les ocurrió mirar hacia unos arbustos. Una luz resplandeciente, mezcla de bruma y sol los envolvía. Los arrancaron rápidamente. Aunque estaban cansados continuaron paleando con entusiasmo. Allí encontraron un envoltorio hecho con sábanas de hilo ajadas y sucias. En su interior había una antigua ollita de hierro con tapa. Y dentro de la ollita un puñado de relucientes monedas españolas de oro.
Dionisio y sus dos primos contemplaron embelesados el hallazgo. No podían creer lo que estaban viendo. Al instante, la ollita y todo su contenido se transformó en carbón esfumándose de su vista. Dionisio haciendo caso a la antigua leyenda, les dijo a sus primos que se marcharan para continuar cavando solo. Esa noche no pudieron dormir. Los fantasmas golpearon las puertas y ventanas, sacudiéndolas con una potencia increíble. Era una fuerza sobrenatural que hacía temblar toda la casa. Al día siguiente, Dionisio tomó la pala y cavó más profundamente en el mismo lugar con la esperanza de encontrar algo más. En el mismo lugar apareció otro envoltorio. Era un baúl de madera envuelto con varias capas de tela. Seguramente sábanas, pero estaban deterioradas por la humedad y el paso del tiempo. El baúl estaba cerrado con un candado de hierro muy oxidado. Dionisio no tardó en quebrarlo con una tenaza. Al abrirlo se desplegó el fruto de tanto esfuerzo. El baúl contenía muchas alhajas. Había collares, diademas, aros y pulseras. Todos de oro antiguo. Muchos engarzados con piedras preciosas de maravillosos colores. Un tesoro de valor incalculable. En esta oportunidad estaba solo. Espero un tiempo para asegurarse que no desaparecería. El tesoro continuó ante su vista sin desaparecer tal cual narra la leyenda. Comunicó la noticia a su familia y a sus primos que alborozados festejaron el hallazgo. Las sombras y los aullidos se retiraron de la casa. Volvieron a aparecer las gallinas, el perro y los dos gatos. Los fantasmas ya no tenían que custodiar su tesoro. No sabemos adonde fueron a parar, seguramente se retiraron a descansar, después de tantos años de vagar en las sombras custodiando su fortuna. Hay infinidad de leyendas cuyo origen está centrado en la guerra del Paraguay. En ese entonces, ante el avance del ejército enemigo, familias enteras debían desplazarse dejando atrás sus propiedades y sus pertenencias. Como no podían llevar todo a cuestas, muchas familias optaban por enterrar sus tesoros en el campo para volver a recuperarlos cuando la guerra hubiera terminado. Estos consistían mayormente en monedas de oro y alhajas con piedras preciosas de altísimo valor. Llevarlos consigo también era un gran riesgo ya que estaban a la merced de rateros y ladrones. Muchos volvieron y desenterraron sus pertenencias, pero muchos otros murieron en la guerra y sus tesoros quedaron ocultos en el campo. Nuevas familias se establecieron y nadie sabía donde estaban ocultos esos tesoros. Pero dicen, que si por la noche se escuchan alaridos, ruidos de cadenas o ves sombras escondidas, es que el alma de los antiguos moradores están custodiando sus tesoros y si buscas bien seguramente encontrarás un tesoro escondido.
Dionisio, que había escuchado la leyenda pero nunca había creído en ella, comenzó a pensar que seguramente había un tesoro escondido en su propiedad. Ellos eran humildes y un hallazgo de esa naturaleza podría dar lugar a una oportunidad de progreso para toda la familia. La casa había quedado sin terminar por falta de recursos La cosecha de algodón no había sido buena y apenas les alcanzaba el dinero para pagar la comida. Su mujer, Azucena lloraba y sus hijos querían mudarse. No soportaban la idea de convivir con esas presencias misteriosas. Azucena, tenía un gallinero con varias gallinas, tres perros y dos gatos. Una noche en que los aullidos envolvieron la casa, escucharon cacarear a las gallinas, ladrar a los perros y maullar a los gatos con un vigor fuera de lo común.
Azucena, que estaba sola con sus hijos temiendo que algún espectro pudiera entrar a la casa, amontonó varios muebles contra la puerta. Al día siguiente tres gallinas, uno de los perros y los dos gatos habían desaparecido.
Los animales que se esfumaron eran todos blancos. Al fantasma por lo visto, no le gustaban los animales de color blanco. Dionisio que era muy valiente, al día siguiente compró una pala y comenzó a cavar. La finca era grande y avanzaba lentamente.
Entonces pidió ayuda a dos de sus primos y entre todos dieron vuelta el terreno con picos y palas. Los aullidos y las voces se agudizaban por las noches, su mujer quería marcharse con sus hijos, pero el entusiasmo y la valentía de Dionisio por descubrir las riquezas los calmaba por lo menos durante el día. Dionisio sabía también, por las historias que había escuchado hasta entonces que solo una persona debería encontrar el tesoro. La leyenda decía que si más de una persona veía el tesoro, este desaparecería ante sus ojos. Cansados de cavar estaban a punto de abandonar la búsqueda, cuando se les ocurrió mirar hacia unos arbustos. Una luz resplandeciente, mezcla de bruma y sol los envolvía. Los arrancaron rápidamente. Aunque estaban cansados continuaron paleando con entusiasmo. Allí encontraron un envoltorio hecho con sábanas de hilo ajadas y sucias. En su interior había una antigua ollita de hierro con tapa. Y dentro de la ollita un puñado de relucientes monedas españolas de oro.
Dionisio y sus dos primos contemplaron embelesados el hallazgo. No podían creer lo que estaban viendo. Al instante, la ollita y todo su contenido se transformó en carbón esfumándose de su vista. Dionisio haciendo caso a la antigua leyenda, les dijo a sus primos que se marcharan para continuar cavando solo. Esa noche no pudieron dormir. Los fantasmas golpearon las puertas y ventanas, sacudiéndolas con una potencia increíble. Era una fuerza sobrenatural que hacía temblar toda la casa. Al día siguiente, Dionisio tomó la pala y cavó más profundamente en el mismo lugar con la esperanza de encontrar algo más. En el mismo lugar apareció otro envoltorio. Era un baúl de madera envuelto con varias capas de tela. Seguramente sábanas, pero estaban deterioradas por la humedad y el paso del tiempo. El baúl estaba cerrado con un candado de hierro muy oxidado. Dionisio no tardó en quebrarlo con una tenaza. Al abrirlo se desplegó el fruto de tanto esfuerzo. El baúl contenía muchas alhajas. Había collares, diademas, aros y pulseras. Todos de oro antiguo. Muchos engarzados con piedras preciosas de maravillosos colores. Un tesoro de valor incalculable. En esta oportunidad estaba solo. Espero un tiempo para asegurarse que no desaparecería. El tesoro continuó ante su vista sin desaparecer tal cual narra la leyenda. Comunicó la noticia a su familia y a sus primos que alborozados festejaron el hallazgo. Las sombras y los aullidos se retiraron de la casa. Volvieron a aparecer las gallinas, el perro y los dos gatos. Los fantasmas ya no tenían que custodiar su tesoro. No sabemos adonde fueron a parar, seguramente se retiraron a descansar, después de tantos años de vagar en las sombras custodiando su fortuna. Hay infinidad de leyendas cuyo origen está centrado en la guerra del Paraguay. En ese entonces, ante el avance del ejército enemigo, familias enteras debían desplazarse dejando atrás sus propiedades y sus pertenencias. Como no podían llevar todo a cuestas, muchas familias optaban por enterrar sus tesoros en el campo para volver a recuperarlos cuando la guerra hubiera terminado. Estos consistían mayormente en monedas de oro y alhajas con piedras preciosas de altísimo valor. Llevarlos consigo también era un gran riesgo ya que estaban a la merced de rateros y ladrones. Muchos volvieron y desenterraron sus pertenencias, pero muchos otros murieron en la guerra y sus tesoros quedaron ocultos en el campo. Nuevas familias se establecieron y nadie sabía donde estaban ocultos esos tesoros. Pero dicen, que si por la noche se escuchan alaridos, ruidos de cadenas o ves sombras escondidas, es que el alma de los antiguos moradores están custodiando sus tesoros y si buscas bien seguramente encontrarás un tesoro escondido.
Traición
Cogió sus manos. Delicadas, tibias... tan frustrantes. "No lo hagas" le pidió con voz quebrada "No lo hagas por favor..." pero no pasó lo que él esperaba. Ella soltó su mano y lo miró a los ojos, él se dio cuenta de aquel par de brillantes luces marrones, ojos marrones... tan mentirosos. "Es tarde" dijo ella. Con una sonrisa fingida cogió el bolso... se fue caminando. Y ahí quedo él. Solo, frustrado. Le había dado todo lo que ella le había pedido. Regalos, tiempo... su vida. Entonces lo invadió la cólera. La tristeza, el inmenso odio. Odio hacia aquella delicada figura femenina, odio hacia esos ojos marrones, odio a esa boca rosada que le dijo "Te amo" una noche. Odiaba esos brazos que antes se aferraban a él. Y esperó.
Esa misma noche se puso una capucha. Corrió por las calles como una sombra enfurecida. Vio las luces de su habitación prendidas. Esperó al momento de atacar. Mientras sentía el frío de aquella noche, los ojos se le humedecieron un poco. "Yo te amaba" se dijo, destrozado "Te di todo ¿Porque me traicionaste?" se lamentaba, lleno de odio. Las luces se apagaron. Y ahí estaba. La vio salir de su puerta con el cabello suelto. Se iba a ver a la persona que lo había reemplazado. La maldijo, aún con los ojos humedecidos. La siguió sin que ella se diera cuenta. Podía sentir su caro perfume en el ambiente de aquella noche, sentía el taconear de sus zapatos, sentía... su respiración.
Se acercó a un callejón. El sabía que había llegado el momento. Salió de las sombras como un infernal monstruo. La mató. Si... claro que la mató. Y mientras la golpeaba sentía las lágrimas correr por sus mejillas. Sentía el odio salir por los poros. Sentía como su dignidad se rebajaba hasta los infiernos. Vio el cuerpo inerte de su antes amada. Sus ojos marrones congelados en una expresión de culpabilidad y miedo. Se sentó al lado del cadáver, se apoyó en la pared. "Yo te amaba" se dijo mientras seguía llorando amargamente "Me lastimaste...y tu turno ya pasó" pensaba en silencio. Se levantó y dejó el cadáver tirado en el suelo, como un papel, como una bolsa cualquiera. Le mandó una última lastimera mirada... y se fue, contando mentalmente, lo que faltaba para el amanecer.
Esa misma noche se puso una capucha. Corrió por las calles como una sombra enfurecida. Vio las luces de su habitación prendidas. Esperó al momento de atacar. Mientras sentía el frío de aquella noche, los ojos se le humedecieron un poco. "Yo te amaba" se dijo, destrozado "Te di todo ¿Porque me traicionaste?" se lamentaba, lleno de odio. Las luces se apagaron. Y ahí estaba. La vio salir de su puerta con el cabello suelto. Se iba a ver a la persona que lo había reemplazado. La maldijo, aún con los ojos humedecidos. La siguió sin que ella se diera cuenta. Podía sentir su caro perfume en el ambiente de aquella noche, sentía el taconear de sus zapatos, sentía... su respiración.
Se acercó a un callejón. El sabía que había llegado el momento. Salió de las sombras como un infernal monstruo. La mató. Si... claro que la mató. Y mientras la golpeaba sentía las lágrimas correr por sus mejillas. Sentía el odio salir por los poros. Sentía como su dignidad se rebajaba hasta los infiernos. Vio el cuerpo inerte de su antes amada. Sus ojos marrones congelados en una expresión de culpabilidad y miedo. Se sentó al lado del cadáver, se apoyó en la pared. "Yo te amaba" se dijo mientras seguía llorando amargamente "Me lastimaste...y tu turno ya pasó" pensaba en silencio. Se levantó y dejó el cadáver tirado en el suelo, como un papel, como una bolsa cualquiera. Le mandó una última lastimera mirada... y se fue, contando mentalmente, lo que faltaba para el amanecer.
El diamante mágico
Hacía setenta años cuando Bill hizo un viaje. Tenía 15 años. Era simpático, bueno y listo. Su familia pasaba una fuerte crisis de dinero y eso era lo que le estaban haciendo que no fuese feliz.
Bill echaba muchos de menos a sus abuelos porque hacía muchos años que no los veía.
Bill fue de viaje a casa de sus abuelos, sus abuelos vivían en un pueblo muy pequeño, estaba muy lejos del pueblo en el que vivía Bill. La casa era de madera, hacía una semana que se habían mudado a la casa. Bill fue para ayudar a sus abuelos en la mudanza y también de vacaciones. El abuelo se llama Jonny su abuela Andrea.
Habían terminado la mudanza, estaba todo listo para vivir pero como era un pueblo pequeño no había conexión telefónica, Bill tenía que enviar una carta a sus padres, para decirle que ya habían terminado la mudanza y que estaba muy contento de ver a sus abuelos. Bill estaba escribiendo y de repente se le cayó el bolígrafo al suelo, se coló por un agujero que había. Destapó un trozo de la madera para coger el bolígrafo, se encontró una caja en el agujero puso la caja en la mesa y la abrió, había una carta.
Abrió la carta:
Querida Marritte: 22 de noviembre de 1747
Este tesoro solo te lo contaré a ti.
E tesoro es el famoso diamante que hablan siempre los vecinos, pero todos creen que no existe , yo sí que lo creo, porque lo he enterrado para ti, en el bosque al lado de un árbol, en ese árbol he tallado: “AMOR PLATINO”, que significa lo mucho que te quiero, siempre estará a tu lado.
Espero vernos muy pronto. Un beso.
De Simon
Bill se preguntaba quién era Simon,fue corriendo, bajo las escaleras y le preguntó a su abuelo:
-Abuelo, ¿Quién es Simon? -dijo Bill.
-Era el antiguo dueño de este casa -dijo el abuelo.
-¿Sigue vivo? -dijo Bill.
-No cariño, lleva muerto desde hace medio año -dijo Jonn.
-¡Ahhh! -dijo Bill-
Jonn le contó a Bill que en el pueblo había una leyenda de un diamante único y mágico, que sólo concede 3 deseos a cada persona, menos al dueño que le concedía 1 deseo cada dos meses. El abuelo dijo que había gente que creía y había gente que no creía.
Bill fue al bosque a buscarlo, estuvo buscando durante una semana y al final lo encontró, cogió la pala y empezó a excavar, toco algo y se paro y cogió una caja y lo abrió y estaba el diamante que brillaba mucho. Cogió el diamante y pidió un deseo que fue: que su familia salga de la crisis y que sean felices. Se cumplió, Bill se convirtió en el dueño porque era la primera persona en pedir un deseo.
jueves, 26 de mayo de 2011
Morro o mono
El Real Madrid denuncia al jugador Serio Busquet por decir “mono” a Marcelo.
Unos dicen que dice morro y otros que dicen mono. ¿Qué dijo?
La verdad yo creo que dice morro.
Unos especialistas sordo mudo dicen que que dice morro, pero otros lo contrario.
La decisión la tendrá la UEFA, que finalmente no pondrá ninguna sanción al jugador del Barça.
jueves, 24 de febrero de 2011
Los doce desaparecidos
Hacía muchos años en un colegio durante un tiempo cada mes desaparecía un niño de 4 años, en el mismo día y en la misma clase.
Pablo fue la duodécima persona que desapareció en el colegio. La policía decía que todas las desapariciones estaban relacionadas. Interrogaron a los compañeros de Pablo, dijeron que la última vez que lo vieron fue en la clase de música. Interrogaron al profesor de música, estaba muy nervioso pero tenía una coartada. Pasaron meses y el caso no se resolvió, entonces la policía dejó de investigar.
La madre de Pablo estaba muy convencida de que su hijo estaba vivo. La madre se fue al colegio para ver si había algo sospechoso. El director y la madre se fueron a la clase de música, había un teléfono móvil, el director lo cogió pero no sabían de quien era, vieron que habían fotos de cada niño que desaparecieron. Llamaron a la policía, el profesor de música era muy sospechoso porque hacía tres días que no aparecía, pero como era sospechoso se pusieron en su búsqueda, la policía entro en su casa, no había nadie pero en el sótano habían mapas con lugares rodeados, habían lugares fuera del país, pero la policía encontró un vaso de agua caliente, eso quería decir que no estaba muy lejos, el primer lugar rodeado era un auditorio abandonado donde encontraron a los doce niños en una habitación, el profesor no estaba, los policías se fueron a los aeropuertos porque seguramente iba a huir a otro país, los policías enseñaron una foto del profesor a las personas del aeropuerto para saber si lo habían visto, una azafata dijo que tuvo una discusión y por eso le reconoció y también dijo que se dirigía a ese avión, el avión estaba a punto de despegar, la policía llego a tiempo y lo detuvieron. El profesor confesó que secuestraba a los niños para luego venderlos en otro país. Los niños volvieron con sus familias y el profesor lo metieron en la cárcel.
Pablo fue la duodécima persona que desapareció en el colegio. La policía decía que todas las desapariciones estaban relacionadas. Interrogaron a los compañeros de Pablo, dijeron que la última vez que lo vieron fue en la clase de música. Interrogaron al profesor de música, estaba muy nervioso pero tenía una coartada. Pasaron meses y el caso no se resolvió, entonces la policía dejó de investigar.
La madre de Pablo estaba muy convencida de que su hijo estaba vivo. La madre se fue al colegio para ver si había algo sospechoso. El director y la madre se fueron a la clase de música, había un teléfono móvil, el director lo cogió pero no sabían de quien era, vieron que habían fotos de cada niño que desaparecieron. Llamaron a la policía, el profesor de música era muy sospechoso porque hacía tres días que no aparecía, pero como era sospechoso se pusieron en su búsqueda, la policía entro en su casa, no había nadie pero en el sótano habían mapas con lugares rodeados, habían lugares fuera del país, pero la policía encontró un vaso de agua caliente, eso quería decir que no estaba muy lejos, el primer lugar rodeado era un auditorio abandonado donde encontraron a los doce niños en una habitación, el profesor no estaba, los policías se fueron a los aeropuertos porque seguramente iba a huir a otro país, los policías enseñaron una foto del profesor a las personas del aeropuerto para saber si lo habían visto, una azafata dijo que tuvo una discusión y por eso le reconoció y también dijo que se dirigía a ese avión, el avión estaba a punto de despegar, la policía llego a tiempo y lo detuvieron. El profesor confesó que secuestraba a los niños para luego venderlos en otro país. Los niños volvieron con sus familias y el profesor lo metieron en la cárcel.
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